viernes, 5 de octubre de 2012

I feel like I'm going to explode

Ojalá volvamos a encontrarnos en otra vida. Ojalá entonces yo sea otra persona, alguien capaz de merecerte y de hacerte feliz.
Porque ahora yo no puedo. Qué digo no puedo... No quiero. Y, desde luego, no es porque no te quiera. Simplemente soy de la opinión de que ninguna persona que no sea mínimamente feliz no va a ser capaz de hacer feliz a nadie. A menos que tenga una varita mágica. Y, por desgracia, no existen.
Yo no soy feliz, pero puedo serlo. No es tan difícil, porque tampoco soy desgraciada. Digamos que soy una persona a la que no le importa demasiado lo que le pase. Y no es porque crea que no me merezco que me pasen cosas buenas o ser feliz, porque me lo merezco. Todos nos lo merecemos, pase lo que pase, hagamos lo que hagamos. Todos tenemos derecho a rectificar, cambiar, mejorar como personas y aprender a dejar de intentar ser felices, porque la felicidad no se busca, sino que llega ella sola.
He leído en algún lado una frase que me ha dejado marca: "La felicidad no es una meta, sino un modo de vida". Y debo darle la razón.
Para ser feliz, ¿qué hay que hacer? Es una pregunta universal a la que nadie sabe dar respuesta, pero todo el mundo tiene una interpretación personal para ella. ¿Sabéis cuál es la mía? Simple... La felicidad está en las pequeñas cosas: bañarme en la piscina o en el mar mientras llueve, cantar una canción con el corazón, escribir una simple frase, leer mi libro favorito, un beso, un abrazo, montar a caballo, estar con mis amigas, con mi familia... Solo tienes que encontrar algo que te llene, algo que de verdad te guste hacer. Y, sobre todo, no dejar que el miedo controle tu vida. Eso es lo más importante.
Mira, tengo casi 16 años, y prácticamente 10 de ellos he dejado que eso sucediese. Siempre he puesto la misma excusa para todo. Y, tras reflexionar, me he dado cuenta de que no vale la pena. Si quieres algo de verdad, debes luchar para conseguirlo.